Descripción
Este circuito recorre varias islas (La Entradilla, El Descanso, del Pan, de los Tarayes y del Maturro) en la orilla más oriental de Las Tablas, de las más de 30 que existen en el Parque Nacional. Se encuentran unidas mediante pasarelas o puentes de madera. A lo largo del itinerario existen varios balcones que nos permitirán adentrarnos aún más en Las Tablas.
La senda arranca del Centro de Recepción en dirección oeste, para dirigirse hacia la Isla del Pan a través de una pasarela entarimada que permitirá a cualquier persona sortear agradablemente, sin mojarse, los terrenos inundados que rodean las diferentes islas.
La primera que encontraremos es la Isla de la Entradilla, desde donde descubriremos las primeras tablas.El taray se encuentra ahora formando un cinturón alrededor de la isla. Caminando sobre la tabla de La Entradilla podemos observar entre el carrizal a la focha común, a la gallineta de agua y a alguna anátida levantando el vuelo. Carriceros y ruiseñores bastardos se dejarán oír durante la época reproductora. En invierno veremos al mosquitero común entre el carrizo. Archibebes, combatientes, andarríos y correlimos son frecuentes en los pasos.En primavera podremos ver al fumarel cariblanco pescando ajeno a nuestro paso. Si nos asomamos al balcón situado en la margen izquierda de la isla podremos observar un pequeño masegón.
Desde la isla del Descanso tendremos acceso a la tabla del mismo nombre. Aquí los limícolas son frecuentes en periodos secos y las anátidas y las fochas en periodos húmedos.Durante la primavera podremos observar el vuelo de las garzas.
Tras atravesar una pasarela llegamos hasta la Isla del Pan, la mayor de todas las que comprenden este itinerario. Se dice que esta isla recibe su nombre de los cocederos de pan que los pescadores de Las Tablas habían instalado en ella, aunque lo cierto es que ninguno de esos hornos ha llegado hasta nuestros días, ni hay testigos vivos hoy que recuerden que en ella se realizara esa actividad.En el regreso atravesaremos las islas de Los Tarayes y del Maturro.
Te recomendamos llevar prismáticos o telescopio, pues con ellos podrás apreciar mejor la vida y el paisaje de Las Tablas desde cualquiera de los observatorios instalados. Uno de los que cuenta con mejor emplazamiento es el observatorio de la propia Isla del Pan, pues desde él se domina una gran extensión en todas direcciones. Más que un hide (escondite), se trata de una verdadera atalaya. Éste es el lugar ideal que te permitirá, si eres paciente, adentrarte en la intimidad de los rincones lejanos en los que las aves realizan sus actividades ajenas al observador. Si la hora del día es la apropiada (especialmente a primera hora de la mañana o última de la tarde) podrás ver bandadas de patos ir y venir.
En la misma isla crece una notable formación de tarayes que sirven de refugio y alimento a multitud de aves que buscan alimento o descanso en sus ramas. Aquí podrás encontrar al jilguero, de ardoroso canto cuando está en celo, con el cual trata de atraer a su hembra hacia el nido. O al autillo, que al anochecer emite su sincronizado e incansable canto aflautado. Toda la isla está salpicada de pequeños matorrales (calaminares), entre cuyas raíces excavan los conejos sus galerías.
Desde la isla del Pan llegaremos a la isla de los Tarayes y, desde ahí, a la isla del Maturro, pasando por un observatorio faunístico que nos permitirá observar una gran variedad de anátidas. Finalizaremos el recorrido atravesando el puente sobre las tablas del Maturro, donde podremos ver al cuchara común, que pasa aquí el invierno.
Este itinerario se conecta opcionalmente con la laguna de Aclimatación, en la que se observa un conjunto representativo de las anátidas que se pueden encontrar en las Tablas de Daimiel durante todo el año.
El cortejo y las acrobacias acuáticas, en grupo o individuales, son uno de los placeres a los que el observador con un mínimo de paciencia podrá acceder. Algunos de los cortejos que se ven en Las Tablas son auténticos ballets plagados de giros y exhibiciones.