Si el patrimonio natural, marcado por el agua, es importante en la comarca del Alto Guadiana Mancha, el patrimonio cultural bien merece la admiración del viajero. Arquitectura civil y religiosa, restos arqueológicos, artesanía, gastronomía y fiestas populares invitan al turista a adentrarse por sus calles y caminos.
Puerto Lápice permite cambiar por un momento de época al viajero. Su
Plaza y la conocida
Venta del Quijote recrean escenarios de un pasado que permanece en el tiempo. Aquí se fija una de las mejores aventuras del Quijote. En un cerro cercano se han recuperado tres molinos de viento para acentuar esta estampa cervantina y típicamente manchega que ofrecen una agradable caminata y unas vistas espectaculares.
Villarta de San Juan cuenta con un puente de origen romano sobre el río Gigüela, cuyo entorno está convertido en parque fluvial y desde donde se puede iniciar una ruta de senderismo. En la arquitectura religiosa del municipio destaca la
Iglesia Vieja, perteneciente al gótico tardío. También pueden admirarse otros edificios civiles de finales del siglo XIX o principios del siglo XX como el de la
Plaza de la Paz.
Las Labores, municipio que nace como consecuencia de la riqueza de sus tierras para la agricultura. Destacan la
Iglesia Parroquial San Carlos Borromeo y las denominadas
“quinterías”, ejemplo de arquitectura popular y reflejo de una época agraria. En las faldas de los Montes de Toledo, tiene agradables paseos en su entorno.
Arenas de San Juan sorprende por la I
glesia Ntra. Sra. de las Angustias, que constituye uno de los edificios más bellos y originales del arte románico-mudéjar de finales del siglo XII y principios del siglo XIII. Además del valor arquitectónico de esta curiosa construcción, en su interior se conservan pinturas murales románicas. En las afueras, su parque fluvial invita al paseo y al descanso.
Villarrubia de los Ojos cuenta con un privilegiado enclave a los pies de las últimas estribaciones de los Montes de Toledo. Conserva edificios religiosos como la
Iglesia Parroquial Ntra. Sra. de la Asunción y la
Iglesia Convento de las Monjas Clarisas. La
Casa Sánchez Jijón, del siglo XVIII, y la
Casa Díaz Hidalgo tienen la estructura típica de las casas solariegas. El
Museo Etnográfico ofrece un recorrido por la historia con una gran colección de elementos de la cultura popular. Ya fuera, merece la pena acercarse al
Santuario de la Virgen de la Sierra y al
Mirador de la Ermita de San Cristóbal que, además de su belleza, ofrece una de las vistas más espectaculares de Las Tablas y la llanura manchega.
Daimiel fue poblado desde tiempos remotos, así lo atestigua uno de sus reclamos, la
Motilla del Azuer, de la Edad del Bronce
(más información en el apartado Yacimientos Arqueológicos). Entre la arquitectura religiosa destacan la
Iglesia de Santa María La Mayor, de estilo gótico, y la
Iglesia de San Pedro Apóstol. De su patrimonio civil destacan edificios del arquitecto Miguel Fisac, oriundo de Daimiel, como el
Antiguo Instituto Laboral, en el que se ubica el
Centro de Interpretación del Agua y los Humedales Manchegos. La
Plaza de España, de trazado popular manchego, tiene en uno de sus extremos el
olivo milenario, convertido en una de las señas de identidad del municipio. El
Museo Comarcal muestra como ha sido la vida en Daimiel y su entorno desde las primeras civilizaciones hasta nuestros días.
Manzanares es el epicentro de comunicaciones de la llanura manchega. La historia de la villa comienza a tejerse en el siglo XIII con el
Castillo de Pilas Bonas, singular construcción completamente restaurada que perteneció a la Orden de Calatrava. Las callejuelas que lo rodean hasta llegar a la
Plaza de la Constitución reúnen numerosas casas señoriales con fachadas de gran valor. Algunos ejemplos son las casas en las que se ubican el
Museo Manuel Piña, diseñador manzanareño, y el
Museo del Queso Manchego. De entre sus edificios religiosos destacan la
Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción o la
Ermita de la Veracruz, con su cripta-museo.
Llanos es una localidad singular ya que es de uno de esos pueblos jóvenes nacidos gracias al desaparecido
Instituto de Colonización. El diseño lineal y la blancura de sus fachadas prestan una uniformidad que poco tiene que ver con sus moradores, provenientes de las más diversas localidades y cargados con acervo cultural de sus orígenes.
Membrilla, lugar en el que Lope de Vega sitúa su obra titulada
“El Galán de La Membrilla”.De su patrimonio religioso destacan la
Ermita de la Virgen del Espino y la
Iglesia Parroquial de Santiago El Mayor, cuya existencia data del siglo XV. En las afueras está el
Molino del Rezuelo, uno de los molinos de agua que jalonaron el recorrido del río Azuer. Actualmente está reconstruido, incluida su maquinaria original, y permite retroceder en el tiempo y entender mejor el pasado más reciente de la molienda.
La Solana cuenta con un conjunto urbano vertebrado en torno a la
Plaza Mayor, siendo éste un buen punto de partida para recorrer el municipio. En la Plaza se puede admirar la
Iglesia Parroquial de Santa Catalina, del gótico tardío con elementos de otros estilos, y su torre campanario culminada por un magnífico chapitel (reconstruido). De visita recomendada son también la
Iglesia de San Juan Bautista y la
Ermita de San Sebastián, que conserva su techumbre mudéjar. De su arquitectura civil destacan la
Casa de la Encomienda, que conserva su torre santiaguista, y la
Casa Don Diego, donde se ubica el
Museo Rosa del Azafrán, donde se puede descubrir la historia etnográfica y cultural de La Solana.
San Carlos del Valle rompe con la uniformidad de la llanura, enclavado en una hondonada. Lo más impresionante es el conjunto arquitectónico que forman su
Plaza Mayor y la
Iglesia del Santísimo Cristo del Valle, sin duda, uno de los más atractivos de la región. La Plaza está formada por columnas toscanas que sostienen pisos y galerías de dinteles, zapatas y balaústres de madera. En principio fue ideada como atrio para el mencionado templo, que pertenece al barroco final con elementos neoclásicos. En la misma se ubica la
Casa Grande de la Hospedería, construida en 1704. Fue utilizada como lugar de reposo para los viajeros y peregrinos, que puedes disfrutar en la actualidad.
Alhambra se halla sobre un cerro milenario que se asoma a la planicie convertido en un mirador natural, contando con múltiples rincones preparados a tal efecto, desde los que divisar la inmensidad del
Campo de Montiel.
Su castillo, situado en otro cerro contiguo, muestra los efectos del paso del tiempo. Con nombre musulmán es, según algunos autores, la
Laminium romana. Esta pequeña localidad cuenta con dos museos, uno arqueológico que nos habla de su rico pasado y otro Etnográfico. Alhambra tiene el mayor término municipal de la comarca y acoge a la pedanía del Pozo de la Serna, a 35 Km.
Carrizosa sorprende por el propio conjunto urbano, con calles de trazado irregular, algunas tan empinadas que para su tránsito se hizo necesaria la construcción de escalinatas. Desde la parte alta del pueblo puedes contemplar magníficas vistas del Campo de Montiel. La actual
Iglesia Parroquial de Santa Catalina fue levantada en 1932, pero hay vestigios que prueban la existencia de un templo anterior, del siglo XVI. Del castillo, llamado
Peñaflor, apenas quedan restos. De especial interés son las cuevas localizadas en el paraje de
Los Toriles.
Ruidera se encuentra situado en un lugar de gran belleza, en pleno
Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Son de mención lugares como la
Iglesia Parroquial de Santa María de la Blanca, la
Casa del Rey y
El Hundimiento, que destaca como maravilla natural en este entorno, excavado por los torrentes de agua al desbordarse las lagunas. Es en Ruidera donde se encuentra el
Centro de Visitantes del Parque.
De camino a Argamasilla de Alba nos encontramos con el
Castillo de Peñarroya, una de las fortalezas de la Orden de San Juan que aún se conservan en el territorio. Está situado estratégicamente sobre un acantilado, en el que se construyó el embalse de Peñarroya.
Argamasilla de Alba,
el lugar de La Mancha, además de su conocida
Cueva de Medrano, tiene otros recursos de interés como el
Pósito de la Tercia, edificio de finales del siglo XVI rehabilitado para uso cultural y turístico; o la
Botica de los Académicos, donde los famosos
“Académicos de la Argamasilla” celebraban sus reuniones cervantinas.
La visita a la
Iglesia de San Juan Bautista merece la pena por el valor arquitectónico precisamente de su parte inacabada,
“El Descubierto”, pero sobre todo por guardar el cuadro exvoto de D. Rodrigo de Pacheco.