P.N. Lagunas de Ruidera. Senda del castillo de Rochafrida.

Rutas y senderos

  • Longitud: 4,3 km
    Desnivel: 59 m
    Duración: 1h 30min
    Dificultad: Media (el acceso al castillo es pedregoso) 
    Medio: a pie
    Acceso: bueno
    Carácter: lineal
     

Descripción

La ruta comienza en la ermita de San Pedro. Tras caminar 800 metros por carretera se toma un camino de tierra dirección al castillo. A lo largo del recorrido podremos realizar una serie de paradas debidamente señalizadas a fin de contemplar los aspectos más llamativos de la misma. 

Así, el primer hito será la fuente de la Fonfrida, ubicada al pie del castillo. Sus aguas, como las de otras fuentes de los alrededores, alimentaban una antigua laguna cenagosa que hacía de auténtico foso de la fortaleza.

Continuando nuestro recorrido llegamos al castillo. Se trata de un pequeño edificio militar levantado en el siglo XII por los almohades para formar parte de una línea defensiva entre la castellana Toledo y la Córdoba califal. 

El resto del itinerario será un rodeo por los alrededores de la fortaleza, comenzando por los roquedos. En los farallones calizos que se dan en estos relieves se instalan una flora y una fauna especiales, llamada rupícola. La falta de humedad y suelo, y la elevada insolación impiden que la vegetación prospere con normalidad. Sin embargo, esto es un reclamo para las aves. 

El camino medieval que despunta en la ladera fue hollado por viajeros y comerciantes romanos. Pese a su abandono, aún asoma un trecho de su desgastado empedrado.

El siguiente hito será el molino del Tobar, uno de los cuatro molinos de los que disponían los vecinos de Ossa de Montiel para llevar sus costales de grano. Una acequia le proporcionaba el agua desde el río Alarconcillo. 

Antes de volver al punto de partida por el mismo camino, hemos de toparnos con la fuente Tobácea, una de las muchas que drenan el acuífero 24, y con una noria que servía para elevar el agua y regar los huertos. Tenía dos ruedas, una horizontal y otra vertical, con los arcaduces colgando. Al bajar se llenaban de agua y al subir la vertían en un canal que la llevaba a un estanque o alberca. A menudo la fuerza de una mula la hacía funcionar, otras veces era la propia corriente del agua.

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