Las lagunas son el drenaje natural de una buena parte del acuífero del campo de Montiel.

La extensión de las lagunas es pequeña, salvo alguna excepción (lagunas San Pedra, Colgada y del Rey) y su profundidad es variable en función de la climatología, llegando incluso a secarse en las estaciones secas.


El rosario de lagunas que componen el conjunto se encuadra en un tramo angosto del valle del Alto Guadiana y se forma a consecuencia de dos factores: la impermeabilidad de las arcillas que afloran en este punto del fondo del valle impidiendo la continuidad de la circulación subterránea; y la presencia de barreras naturales tobáceas o travertínicas, formadas por la precipitación de los carbonatos disueltos en las aguas del río y por elementos vegetales. Estas barreras surgen a modo de presas en aquellos lugares del lecho en donde existieron alteraciones causantes de turbulencias en el agua y, por tanto, de un incremento de los procesos de oxigenación y precipitación de los elementos disueltos. Las barreras tobáceas, que se componen de sales y capas de musgos petrificados, llegan a alcanzar espesores de más de 15 metros, formando viseras y cortinas. Estas barreras no son estáticas, sino que se forman y se destruyen armónicamente siempre que el proceso no sea interferido por la acción humana.
 

En cuanto a su morfología, estas lagunas nacen a 880 metros de altitud sobre el nivel del mar (Laguna Blanca) y terminan a 760 metros (La Cenagosa). Salvan, por tanto, un desnivel de 120 metros. De la más alta a la más baja, las lagunas se denominan: Blanca, Conceja, Tinaja, San Pedra, Redondilla, Lengua, Salvadora, Batana, Colgada, Del Rey, Morenilla, Coladilla y Cenagosa. Se extienden a lo largo de 25 kilómetros y generan una pendiente del 0,5%, muriendo sus aguas en el embalse de Peñarroya. Su diámetro oscila entre los 250 y los 2.500 metros. Con una profundidad media de unos 6 metros, algunas lagunas como la del Rey y La Colgada pueden llegar a los 20-30 metros. En 1545 se produjo el acontecimiento geológico que formó el paraje que hoy se conoce como El Hundimiento: la presión del agua acumulada reventó una de las barreras tobáceas naturales y produjo una gran avenida que rompió y arrancó varios molinos. Hoy puedes visitar este lugar, testigo de que las barreras entre lagunas son cambiantes: se crean y destruyen continuamente.