Descripción
Es el recorrido más largo de los tres propuestos: casi cuatro kilómetros entre ida y vuelta. Con esta ruta viajaremos por el borde sureste del Parque, contemplando diversos cultivos en contacto con el carrizal que rodea el área encharcada.
Es una zona en la que podremos escuchar las melodías de numerosos pájaros cantores, como el carricero tordal o su pariente menor, el carricero común. Ambos son de tonos apagados, verdosos y difíciles de ver pero, por el contrario, muy fáciles de distinguir por su canto. Otro pariente suyo cercano que convive con ellos es la buscarla unicolor, que tiene un característico canto parecido al rebobinado de un carrete de pesca. Pero si existe un pajarillo singular en estos cañaverales es el bigotudo. Éste no canta espectacularmente como los anteriores; tampoco es muy llamativo (salvo cuando se desplaza en grupos numerosos emitiendo sonidos agudos y metálicos). Destaca, sin embargo, cuando lo vemos de cerca con nuestros prismáticos. Entonces nos revelerá toda su belleza. Del macho es especialmente curioso su mostacho, mientras que la hembra, de tonos más apagados y sin el llamativo bigote, es igualmente bella en su sencillez. Se trata de unas aves muy gregarias la mayor parte del año, que deambulan en grupos numerosos. Incluso cuando se separan en parejas para nidificar siguen manteniendo vínculos muy estables.
Al final de este recorrido llegaremos al observatorio de Prado Ancho, una torre de madera con tres plantas. Desde ella se goza de una visión privilegiada de todo el Parque. Mirando hacia la sierra podemos contemplar la dehesa de Casablanca y o el municipio de Villarrubia. Enfrente están los tablazos más importantes y una de las islas más conocidas de las Tablas: la isla de los Asnos o de los Generales, donde aún existen las paredes de una construcción en la que se escondían para cazar destacados personajes de la vida pública del país.
En los tablazos de aguas someras podremos apreciar en invierno la espectacularidad de las evoluciones de las bandadas de grullas que se posan al atardecer. Durante agosto y septiembre dominan las bandadas de cigüeñas blancas, que llegan a sumar cientos de individuos entre los que se cuela alguna que otra cigüeña negra.