Descripción
En su comienzo, la ruta se adapta al itinerario de las lagunas y del embalse de Peñarroya para distanciarse tras una subida y encontrarse con campos de labor y bosque mediterráneo, hasta cruzar finalmente el canal del Guadiana en dirección al castillo.
El castillo y la ermita de Peñarroya se sitúan a 12 kilómetros al sur de Argamasilla de Alba, sobre la carretera que comunica esta población con Ruidera. Ambos inmuebles se alzan estratégicamente al borde de un acantilado, hoy utilizado para asentar la presa del embalse homónimo. Desde aquí podremos contemplar las espectaculares vistas que ofrece el castillo restaurado, incluida la imponente lámina de agua que dulcifica la transición entre la llanura y el monte.
En un marco ambiental de gran belleza, el castillo, originario del siglo XII, conserva dos recintos amurallados, la torre del homenaje, cuatro torreones y el patio de armas, así como los restos de una antigua ermita o cripta.
Desde el patio de armas se accede al santuario de Nuestra Señora de Peñarroya, patrona de Argamasilla de Alba, construido en el siglo XVIII. En su interior conserva interesantes muestras de arte barroco y churrigueresco, como son un retablo, un crucifijo en talla policromada del siglo XVII y varios frescos en sus paredes laterales. Dentro del camarín de la Virgen se halla una amplia colección de frescos con diversas copias de Murillo y Rafael.
Todo el conjunto está declarado Bien de Interés Cultural.
En el trayecto podemos realizar diversas paradas en puntos perfectamente señalizados, como por ejemplo en el Hundimiento. La cascada del Hundimiento, cuyo origen data de 1545 como consecuencia de las crecidas del río que rompieron la barrera travernítica de la laguna del Rey, es la más espectacular de todas.
Es el mismo hundimiento el que separa las lagunas altas de las bajas. Estas últimas, de poca profundidad y cubiertas de forma abundante por carrizo, eneas y espadañas, aparecen en este itinerario y conectan directamente con la cola del embalse de Peñarroya.
La ruta nos conduce ahora al canal del Gran Prior, construcción encargada por el infante Gabriel, hijo de Carlos III, a Juan Villanueva para resolver el problema de la escasez de agua. En la actualidad sólo quedan del mismo algún puente de cantería y compuertas. Seguimos camino hacia la cola del embalse, rodeada por vegetación dispuesta según su tolerancia a la humedad del suelo: más alejadas las encinas y coscojas, y más cerca los carrizos y los ranúnculos.
El embalse de Peñarroya, encargado de recoger las aguas de las lagunas c on los que riega los campos circundantes, es un espacio de transición entre el campo de Montiel y la llanura manchega.
Al fin alcanzamos el castillo que, ubicado a gran altura sobre una plataforma travernítica, fue edificado para la protección de los labradores y el cobro de impuestos. Perteneció a los caballeros hospitalarios y pudo haber sufrido modificaciones en los siglos XIV y XVI.