Descripción
Declarado Monumento artístico de Carácter Nacional el 30 de noviembre de 1983.
Su primer origen es romano, si bien su estructura fue consolidada y fortalecida en época medieval, como punto importante y de obligada construcción para la continuación de la calzada romana de Consaburus a Laminio, coincidiendo la ubicación de Villarta con la ciudad romana de Murum que muchos historiadores sitúan en Villarta o inmediaciones.
Conocido popularmente como "el Puente Viejo", se encuentra situado entre los kilómetros 145 y 146 de la antigua carretera nacional Madrid-Cádiz (Nacional IV) describiendo un arco de 300 metros aproximados.
Cubre una depresión que embalsa las aguas de los ríos Gigüela y Záncara, reunidas en una laguna endorreica de interesante valor ecológico.
La importancia del Puente radica en sus dimensiones, contado con 300 metros aproximados de longitud y siete de anchura, con 36 ojos o arcos, todos distintos y distribuidos de forma irregular, lo cual suponía un conocimiento exhaustivo del terreno sobre el que se construyó ya que recogía perfectamente las distintas corrientes de agua que el río iba formando en su lento recorrido por la zona pantanosa.
Los últimos cuatro ojos se han descubierto durante las obras de restauración que se están llevando a cabo, hasta ahora tapados por escombros o por las obras realizadas en 1920, cuando se construyó la carretera de Andalucía. No obstante, suponemos la existencia de algunos más ya inevitablemente irrecuperables al estar bajo la citada carretera.
En su primer tramo existen dos apartaderos de forma cuadrangular de 12 x 5, 5 metros separados entre sí por unos 140 metros, adosados al lado izquierdo en sentido norte. Al lado opuesto y entre ellos existe un pequeño tajamar de planta triangular de unos 2 metros de lado que servía para desviar el agua evitando que la corriente, muy fuerte cuando el agua corría por esa zona, castigase en exceso la estructura del puente, además de una misión de sustentación al igual que los contrafuertes.
A todo lo largo del puente y a ambos lados se encuentran las gárgolas para la evacuación del agua de la lluvia, consisten en losas finas y acanaladas.
Actualmente la restauración del monumento ha permitido la recuperación de un monumento histórico y emblemático, manteniendo así una parte de nuestra historia.
Paralelamente a la restauración del monumento se ha procedido a la rehabilitación paisajística del entorno, con la construcción de pasarelas que facilitan el recorrido y la contemplación de la obra, y la recuperación ecológica de la zona, con la inserción de fauna y flora autóctona.