Las características geográficas del territorio han ido marcando a lo largo de los años los usos del suelo y con ellos las actividades económicas.
En la llanura manchega la presencia de dos acuíferos (el 23 y el 24) ha sido fuente de agua inagotable hasta fechas recientes, lo que ha dado lugar al uso agrícola de la práctica totalidad del suelo; y permite contemplar horizontes infinitos de viñas, cereales y olivos, que constituyen la base fundamental de la agricultura.
Otros productos singulares son el azafrán, cultivo que quiere recuperar, y el melón de La Mancha, que es una Indicación Geográfica Protegida.
Entre sus campos es fácil distinguir los rebaños de ovejas manchegas, esenciales para la elaboración del conocido queso manchego.
Este desarrollo agrícola, unido a la presencia de importantes núcleos de población, ha permitido el crecimiento de un sector secundario, muy vinculado al primario, con numerosas bodegas, almazaras y queserías.
En la actualidad, el sector servicios está compitiendo con los anteriores como fuente principal de ingresos. El turismo es el gran sector emergente.
Las gentes de la comarca tienen la cualidad de ser afables con el visitante, con quien no eluden el encuentro para brindarles cualquier tipo de consejo, siempre recomendable antes de iniciar cualquier aventura.