Sin duda, cuando hablamos de La Mancha lo hacemos con el pensamiento puesto en el vasto territorio que es conocido en todo el mundo por haber sido retratado en uno de los libros más célebres que se han escrito: El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha.

Argamasilla de Alba es identificado según la tradición, como “El lugar de La Mancha” de cuyo nombre no quiso acordarse Cervantes.
Aquí está la Cueva de Medrano, prisión donde Cervantes concibió y empezó a alumbrar el Quijote. Al querer recaudar impuestos a un noble del municipio, Don Rodrigo de Pacheco, éste se negaría, lo que le ocasionó su encarcelamiento. Cuentan los lugareños que otro agravio fue que Cervantes dirigió un halago a la hermana de D. Rodrigo. Además, la iglesia de San Juan Bautista guarda el cuadro exvoto fechado en 1601 (cuatro años antes de la aparición de la Primera Parte del Quijote) y donado por Don Rodrigo, cuya imagen guarda gran parecido con Don Quijote. A sus pies reza “Apareció nuestra Señora a este caballero estando malo de una enfermedad gravísima desamparado de los médicos víspera de San Mateo año MDCI encomendándose a esta Señora y prometiéndole una lámpara de plata llamándola día y noche de un gran dolor que tenía en el celebro de una gran frialdad que se le cuajó”. Si vamos al libro: “del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro, de manera que vino a perder el juicio”


En las Lagunas de Ruidera, Cervantes situó en las profundidades de la Cueva de Montesinos uno de los más famosos encantamientos de la literatura. Don Quijote se acercó hasta aquí buscando aventuras y en su locura vio la cueva como un palacio e imaginó encuentros con varios personajes encantados por el mago Merlín. “Solamente faltan Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales llorando, por compasión que debió de tener Merlín dellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora, en el mundo de los vivos y en la provincia de la Mancha, las llaman las lagunas de Ruidera”.







Puerto Lápice era conocida por sus ventas, parada obligada de los viajeros que pasaban por estas tierras, encontrando alojamiento y comida, de ahí que aparezcan mencionadas en varios capítulos del Quijote. Es en una venta donde el ingenioso hidalgo y caballero de la triste figura es armado caballero entre burlas de los presentes: “nunca fuera caballero de damas tan bién servido…”